Hace apenas unos cuantos meses, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró a los embutidos como alimentos cancerígenos, o sea que si eres de las personas que lo comen es posible que puedas ser proclive a desarrollar cáncer. Yo como embutidos. De seguro tú también. Pero ¿debemos realmente preocuparnos por esta hartera declaración que atenta a nuestra dieta básica? Pues sí. Aunque la duda que me ha surgido de inmediato es que, con tantos avances que existen en distintos campos de la ciencia, y teniendo en cuenta que por lo menos estos avances llevan ya un par de décadas dando saltos agigantados, ¿por qué lo dicen hasta ahora? Dirá de inmediato mi sentido común “pues porque apenas pudieron descubrirlo” ¿apenas? Eso no convence a mi parte detective que me dice “mmm yo pienso que algo traman…” No lo sé, no puedo asegurarlo, lo que es verdad es que millones, millones, hemos consumido embutidos, y seguiremos haciéndolo, no solo como un consumible cualquiera sino más exactamente como integrante de nuestra dieta diaria y bueno pues aunque la OMS haya hecho público que comer embutidos es un mal negocio, lo cierto es que millones seguiremos consumiéndolos. Pero ya hay un primer aviso.
No sé necesita ser un estadista experto, o sea que “a ojo de buen cubero”, se puede afirmar que uno de cada tres mexicanos consume embutidos. En casa, hasta que yo decidí dar el paso e irme de ahí, éramos cinco mamá, papá, mi hermano, yo y el gato. Todos comíamos embutidos. Un día, una de mis tías, hermana de mamá, de esas tías que suele tener cierto interés por enterarse de noticias muy espectaculares y hasta cierto punto amarillistas, no por ello menos reales, le decía a mi mamá cada que podría que los embutidos los hicieran con sobras de pezuñas, las uñas de los animales, de caballo, cerdos, vacas y demás, también pellejos, tripas y desperdicio de animales, todo lo que no se vende. Que todo eso era metido en una licuadora gigante y era vendido en forma de salchichas, jamón y queso de puerco principalmente. Todo un tema en casa porque mamá no perdía tiempo de decirnos que si no nos daba asco que nuestros amados embutidos se hicieran con las sobras de todo. Hasta dejó de comer embutidos un tiempo, nosotros seguimos con nuestra dieta normal.
Decir de paso que esto de la noticia de la OMS sobre los embutidos no solo ha sido una mala noticia para México, también para España ha sido terrible. Recientemente platiqué con una amiga española y ella me decía lo terrible que ha sido “este golpe para la mesa española” y es que allá en la península los embutidos son lo que el maíz y los frijoles a la mesa de todo mexicano y mexicana, es decir, todo. Ella me dijo que desde siempre y a cualquier hora el día un jamón y un choricito no pueden faltar en la dieta de todo español que sea respetable. Vaya caso para nuestro pueblo hermano. Ni hablar, aguante le dije mientras comíamos unos hot dogs muy ricos ahí en avenida Chapultepec
¿Embutidos, qué son?
Los embutidos son subproducto cárnico, derivados y preparados a partir de las carnes que están autorizadas, picadas o no, sometidas o no a procesos de curación, adicionadas o no de despojos comestibles y grasas de cerdo, productos vegetales, condimentos y especias, e introducidos en tripas naturales o artificiales. En la actualidad los productos cárnicos fermentados, como también se les conoce a los embutidos, pueden ser definidos como una mezcla de carne picada, grasa, sal, agentes del curado, azúcar, especias y otros, cuya mezcla es introducida en tripas naturales o artificiales y sometida a un proceso de fermentación llevado a cabo por microorganismos, seguida de una fase de secado. Al producto final se lo almacena por lo general sin refrigeración y se consume sin tratamiento térmico.
En el caso de las salchichas, que tanto nos gustan en los hot dogs, estas se elaboran a partir de carnes frescas picadas sin curar además son condimentadas y generalmente embutidas en tripas. Y también se acostumbra cocinarlas antes de su consumo.
¿Por qué no supimos antes que comer embutidos puede provocar cáncer?
Pues es un misterio. Lo que es un hecho es que el mundo de la alimentación está dando un giro desde hace mucho tiempo. La industria alimentaria comenzó a cambiar el paradigma de los alimentos. Casos tan emblemáticos como el de granos y semillas Monsanto, es un buen ejemplo, donde, de la mano de algunos gobiernos, trasnacionales como Monsanto operan en el campo con sus “productos mejorados” llamados transgénicos cuyo fin, según la empresa, es obtener cosechas más productivas. Lo que por otro lado, es preciso decir, deja a los agricultores sin ningún medio de defenderse del monopolio que Monsanto sigue construyendo, aunque esto es tema de otro artículo, es un hecho que por ejemplo en el caso del maíz mexicano este, en mi opinión personal, ha cedido su lugar a otro tipo de producto. Caso específico el de las tortillas, que tanto me gustan, no se parecen nada ahora a lo que fueron en el pasado, es decir, solo con ver su color blancuzco en verdad que uno piensa cualquier cosa, al probarlas uno comprueba sus hipótesis estas tortillas no saben a maíz.
De norte a sur los cambios siguen operando pronto el nuevo alimento base del mundo será la soya, a veces no cuesta mucho trabajo sentir en carne propia como seria vivir como en una película, me refiero a “Cuando el destino nos alcance” de 1973, y cuya trama sitúa a la humanidad en un futuro lejano, para ese tiempo, en el año 2022 donde la polución terrestre ha llegado a niveles irreversibles tanto que no hay que comer, para la mayoría claro, más que una especie de plancton llamado soylent verde y rojo. Para tomar hay agua de mala calidad. Vaya que de pronto se va pareciendo la vida real a esta película ¿no? Bueno en verdad no literal pero de que ya contamos con Monsanto y sus transgénicos es un hecho.